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martes, 10 junio, 2025
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“Cada domingo a las doce”… Por Octavio Huachani Sánchez

Ella se llama Ximena y tiene apenas doce años. Es una niña llena de valores y buenos sentimientos. Ximena además de ser una de las mejores alumnas de su colegio, luego de terminar sus tareas escolares ayuda en los quehaceres de la casa y los domingos después de acudir a misa, acompaña a sus padres al mercado para hacer las compras de la semana.

Y justamente esos recorridos dominicales le permitieron observar e identificar lo que realmente sucedía a su alrededor: Sentados en las gradas de los puentes peatonales o en las veredas de calles y plazas, señoras, niños y ancianos de mirada triste y ropa modesta levantaban con timidez sus huesudas manos, esperando una dádiva que a veces nunca llegaba ¿Si nadie les da limosna que almuerzan? Se preguntaba la pequeña.

Estas escenas la marcaron y la llevó a adoptar una sorprendente decisión.

Un domingo de hace tres o cuatro meses Ximena sorprendió a su padre con una petición: “Papá, siempre que regresamos del mercado he visto a personas muy pobres pidiendo ayuda para poder comer y por eso hoy quiero pedirte que me acompañes a repartir mi comida a uno de ellos” le dijo mirándolo a los ojos.

5Y desde entonces cada domingo a mediodía Ximena, acompañada de su progenitor, sale de su casa para recorrer calles y plazas hasta lograr ubicar a la persona a quien le entregará un taper con comida.

Cuando le pregunté por qué lo hacía me respondió: “No lo sé, solo se que todos necesitamos de alguna ayuda. Que existen personas que necesitan más que uno y hay que ponerse en el lugar del otro y socorrerlos. Pero sobre todo que hay que ayudar sin pedir ni recibir nada a cambio”, me dijo.

“¿Sabes? Cuando ves la alegría de esas humildes personas que saben valorar este pequeño gesto es invalorable y resulta una experiencia inigualable, no han sido pocas las veces he llorado junto a ellos”, confesó.

“Soy consciente que soy muy pequeña, y pobre además, y que con estas pequeñas ayudas no voy a poder cambiar el  mundo pero si que puedo aliviar el pesar de algunas personas y para mi eso es suficiente y me contenta”, finalizó.

Los valores, la solidaridad

Sin duda resulta loable y ejemplar la actitud solidaria de Ximena. Sobre todo en momentos cuando la mayoría de los niños y jóvenes de su edad viven permanentemente conectados a las redes virtuales que, paradójicamente, los desconecta con la realidad en que viven y que de alguna manera los va transformando en egoístas.

Con su actitud Ximena nos enseña a no ser insensibles, a ser solidarios con nuestros semejantes sobre todo con los que menos tienen. Y que muchas veces una palabra amable, un abrazo son suficientes.

Cierto es que ser solidario no te hace ser el mejor, pero no serlo si te puede hacer el peor.

Todo que el mundo necesita es amor, dice una hermosa canción de Los Beatles que debemos cantar -y practicar- siempre.

Ojala que en nuestro país, en el mundo, existan más niñas solidarias como la pequeña de nuestra historia.

Ella tiene apenas doce años, se llama Ximena y es mi nieta.

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