17.2 C
New York
domingo, 15 junio, 2025
InicioOpiniónPeriodismo: Entre la audacia y la verdad

Periodismo: Entre la audacia y la verdad

Por: Octavio Huachani Sánchez

Los riesgos que los periodistas enfrentan en el mundo, se presentan en varios escenarios. Los más frecuentes suceden en países donde existen conflictos políticos. Las agresiones físicas y verbales, las amenazas de muerte, la censura (algunas veces de su propio medio), el hostigamiento policial y judicial, son algunas de ellas. En América Latina, Colombia y Venezuela son los países más riesgosos para ejercer el periodismo.

No es exagerado afirmar que no hay profesionales a los que más trampas se les tiendan que a los comunicadores sociales. Todos:  políticos, empresarios, dueños de los medios, quieren manipularlos, utilizarlos en su beneficio y servirse de su poder. Los halagos, invitaciones y regalos son frecuentes sobre todo a los que están en busca de lograr algún prestigio ante el público. 

Y aunque coincidimos con Gabriel García Márquez en que el periodismo es la mejor profesión del mundo, es necesario mencionar que el trabajo periodístico resulta agotador, a veces monótono y con frecuencia mal remunerado. Esta situación se presta a rivalidades entre colegas para lograr destacar. Y, a veces, en esa búsqueda todo vale. Algunos arman escenarios para dar realismo a sus informes, otros provocan situaciones o arman escándalos por supuestas agresiones que, en realidad no son tales porque están sobredimensionadas con intenciones políticas. 

De otro lado, las agresiones y maltratos a los periodistas tienen vieja data. Aquí dos ejemplos.  

9 noviembre 2020 

Manuel Merino asume la presidencia y desde ese mismo instante, una ola de protestas masivas sacudió a todo el Perú. Durante tres días ciudadanos de distintas regiones del país marcharon exigiendo la renuncia a la presidencia de Manuel Merino.

Jueves 12 noviembre,2020. A eso de las 10 y 30 pm, Alonso Balbuena Bellatín, reportero del Portal Ojo Público, se encontraba en las inmediaciones del Palacio de Justicia, -junto a otros reporteros-, cubriendo la marcha resultó herido en la pierna con una bomba lacrimógena disparada por la policía. Minutos antes la Policía había disparado varias bombas lacrimógenas contra el cuerpo de las personas. Una de ellas alcanzó la pierna derecha del periodista, ocasionándole una herida a media altura de la tibia, que lo obligó a permanecer sentado a la espera de ayuda. Luego de recibir el impacto de la bomba lacrimógena, Balbuena debió enseñar su credencial para no ser golpeado por la Policía. A pesar de estar herido, Balbuena no fue auxiliado por los agentes policiales. 

45 años antes

Miércoles 5 de febrero de 1975. El gobierno de Juan Velasco Alvarado agonizaba en medio de su peor crisis. Dos días después de iniciarse una huelga policial que dejó a Lima desprotegida cientos de efectivos se atrincheraron en el cuartel de Radio Patrulla de La Victoria. Ante esta situación la primera medida adoptada por el Ejército fue enviar tropas hacia el local policial para tomar sus instalaciones.

Enterados, decenas de periodistas fueron llegando al lugar y se apostaron en la vereda frente a Radio Patrulla a la espera de los acontecimientos.

Cerca de la medianoche, una tanqueta se colocó frente a la puerta de Radio Patrulla mientras una voz conminaba a los policías a abandonar el local para evitar problemas mayores.

En ese mismo instante, dos soldados, metralletas en mano, se colocaron frente a los periodistas y los conminaron a abandonar el lugar. “Tienen diez segundos” dijo y mientras rastrillaban sus armas, empezó el conteo: diez, nueve…     

En tropel todos los reporteros y fotógrafos que se encontraban escondidos tras los raleados setos de pequeños jardines, buscaron refugio en los techos de las casas aledañas. Todos menos uno. 

Nunca llegamos a saber cómo el entonces “flaco” Manuel Vilca había logrado ingresar al local de Radio Patrulla junto con la tanqueta y los soldados. Una vez dentro, mientras los milicos iniciaban una balacera disparando a todo lo que se moviera, Vilca también empezó a disparar su cámara fotográfica inmortalizando aquel momento: Con cada disparo su flash iluminaba el local humeante creando un escenario dantesco.

Minutos más tarde un grupo de policías era sacado con las manos en la nuca por la puerta de la avenida Bausate y Mesa mientras un soldado llevaba tomado del cuello al menudo fotógrafo de Caretas. Rodeado de soldados Vilca primero fue trasladado hacia la Prefectura y luego a la prisión de Lurigancho donde permaneció durante tres meses.

Pese a su juventud Manuel supo comportarse como todo un fogueado reportero gráfico: Apenas fue descubierto lo primero que hizo que hacer correr todo el carrete de película de 35 mm para de inmediato sacarlo de la cámara y reemplazarlo por un rollo virgen, el mismo que un oficial sacó de la cámara y lo “veló”. Apenas era sacado de Radio patrulla Vilca tiró el rollo en uno de los jardines colindantes y con señas se lo hizo saber al chofer de Caretas quien luego de una ardua búsqueda pudo encontrarlo y llevarlo a la redacción de la revista.

Periodismo hoy

La aparición de las redes sociales dio paso a que millones de personas compartan datos y fotos, muchas veces contradiciendo lo publicado por los medios de comunicación “serios”. Ni hablar de las opiniones en contra determinado medio que vanamente intentan manipular la opinión pública. 

Esta situación ha terminado con el poco prestigio de que gozaban algunos periodistas en nuestro país. Aun asumiendo que estas críticas muchas veces se justifican plenamente, resulta peligroso generalizar. Hay que entender que no todo lo que su publica en las redes sociales son verdaderas, pero tampoco se debe desecharlas. 

Para los periodistas, el valor más importante es la veracidad. Es decir, informar con exactitud y ateniéndose rigurosamente a los hechos, no especular. En ese sentido, el público debe entender que los contenidos periodísticos que va a recibir contienen una información lo más completa posible, pero aun así incompleta e imperfecta.

Lamentablemente en nuestro medio no es posible esperar de los periodistas una objetividad absoluta. Sin embargo, algunos medios de comunicación y sus profesionales están empeñados en convencer a sus audiencias de sus capacidades para ofrecer un periodismo objetivo como garantía de credibilidad.

Solo la verdad os hará libres

Como dijimos líneas arriba, para los periodistas, el valor más importante es la veracidad. Ese es su capital. Su razón de ser. El engaño, el fraude, la mentira, tiene patas cortas.

No pocos periodistas famosos lo perdieron todo por gozar de una fama efímera.

El semanario alemán ‘Der Spiegel’, uno de los más prestigiosos de Europa, despidió al galardonado periodista Claas Relotius por falsificar artículos «a gran escala». Relotius inventó personajes, engañando tanto a los lectores como a sus colegas». En su descargo Relotius admitió que solo 14 de los 60 artículos que escribió para el semanario alemán eran «una fabricación parcial». El periodista no entendió que con un solo informe falso pervierte una profesión que basa en la verdad.   

En los Estados Unidos, Megyn Kelly, uno de los rostros más conocidos de la televisión de ese país, tuvo que abandonar la cadena NBC después de la polémica generada por su comentario en el que cuestionaba por qué la costumbre de que los blancos se pinten de negro para disfrazarse en Halloween es considerada racista.

Finalmente resulta necesario señalar que cada época está marcada por ciertas circunstancias -político, sociales- que también inciden en el trabajo periodístico. En nuestro país el actual contexto político ha venido a reforzar la importancia de la libertad de expresión y a incrementar la conciencia del público de su derecho a mantenerse bien informado.

- Advertisment -

Most Popular

Recent Comments