El video del saludo papal genera comentarios
En la atmósfera cargada de solemnidad religiosa y el delicado protocolo diplomático que envolvía la ceremonia de entronización del papa León XIV, un inesperado detalle capturó la atención de los presentes y de la opinión pública: el cónsul general adscrito del Perú en Roma, Eliot Hernández Gaviria Valverde, se convirtió en el centro de una insólita escena. En el momento de saludar al Sumo Pontífice, el diplomático peruano lució unas gafas de sol reposando despreocupadamente sobre su frente. Este gesto, que contrastaba marcadamente con la formalidad del evento, generó una inmediata sorpresa y cierto desconcierto entre los numerosos asistentes, propagándose rápidamente a través de las redes sociales y los canales diplomáticos.
La significativa ceremonia congregó a una distinguida concurrencia de jefes de Estado, altos representantes eclesiásticos y diversas delegaciones extranjeras. La delegación peruana, encabezada por la presidenta Dina Boluarte y el canciller Elmer Schialer, cumplió con el saludo protocolario al nuevo líder de la Iglesia Católica, manteniendo la compostura y formalidad requeridas para la ocasión.
Sin embargo, fue la aparición del ministro consejero Eliot Hernández Gaviria Valverde, casi al final de la ronda de saludos, lo que desvió la atención hacia un aspecto completamente ajeno al riguroso ceremonial. Su acercamiento al papa León XIV, con las gafas de sol en la frente, fue percibido por muchos como una actitud fuera de lugar en un contexto de tanta trascendencia. Las cámaras de los medios presentes inmortalizaron el instante preciso en que Hernández Gaviria estrechó la mano del Sumo Pontífice con este peculiar accesorio.
Este episodio ha reabierto una importante discusión sobre los estándares y la imagen de la representación diplomática en eventos internacionales de alto nivel. La interrogante sobre cómo gestos aparentemente triviales pueden impactar la percepción de un país y su compromiso con el protocolo se ha instalado en el debate público y en los círculos diplomáticos, subrayando la importancia de la coherencia entre la solemnidad de los actos y la conducta de sus representantes.