La festividad de la Virgen de Chapi es una de las ceremonias religiosas más antiguas del Perú y multitudinaria que congrega todos los años a miles de fieles que llegan de diversas partes del Perú e incluso del extranjero. El primer registro de su existencia data de 1655 y para 1709 la imagen ya contaba con una gran legión de devotos.
En sus inicios fue conocida como Virgen de la Candelaria y fueron los Jesuitas quienes construyeron el primer templo para la Virgen como parte de su proyecto de evangelización en los poblados de Churajon en Moquegua. Cuando esta orden religiosa fue expulsada de los territorios hispanos, la capilla pasó a estar a cargo de los Padres Franciscanos y ellos dispusieron que la Virgen fuera trasladada al pueblo de Chapi.
Luego de unos años en Chapi, se decidió un nuevo traslado de la venerada imagen hacia Sogay. Cuenta la tradición que la imagen no avanzo más allá de la primera cuesta o subida, porque inexplicablemente se volvió más pesada y no había fuerza humana capaz de moverla. Los pobladores afirmaban haber escuchado una voz, que atribuyeron a la Virgen, que decía: Chaypi, Chaypi que significa “Aquí, aquí”.
Este acontecimiento habría motivado que la imagen fuera rebautizada como Nuestra Señora de Chapi. Ahí se construyó un templo y por él transitaron miles de personas, que se detenían para rezarle y agradecerle a la Virgen. Este sería el punto de inicio de las peregrinaciones.
Aunque el día central de la Festividad de la Virgen de Chapi es el 1 de mayo, las actividades duran alrededor de tres días. El 30 de abril se inicia todo con una procesión de bienvenida y Polobaya comienza a recibir a miles de personas. Durante estos tres días, además de eventos religiosos, procesiones y misas, también se puede encontrar deliciosa gastronomía, fuegos artificiales, música popular y mucho más.
Esta festividad religiosa ha sido reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación por el Estado peruano desde 2012, por constituir una expresión de identidad cultural y social, que tiene gran significado para la difusión de valores tradicionales de religiosidad popular transmitidos de generación en generación oralmente mediante el lenguaje, el saber popular y el conocimiento ancestral.
