«Oxapampa, paraíso de la selva central»… Por octavio Huachani Sánchez

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Ingresamos a Oxapampa a través de la avenida Paseo de Los Colonos, una de las más amplias de la ciudad y que nos conducirá hasta la pequeña y tranquila Plaza de Armas donde aparece la primera huella de la llegada de los colonos austriacos-alemanes.

Allí, imponente, permanece la iglesia Matriz de Santa Rosa edificado con evidente estilo centro europeo. El templo fue construido con entramados de madera y con techo a dos aguas para protegerlo de las frecuentes lluvias.

Arquitectónicamente, la Iglesia presenta estilo tirolés y planta rectangular de una sola nave. A causa de las lluvias que suelen ser frecuentes en la zona, el techo de este templo está hecho a dos aguas, con el objetivo  de proteger su estructura.

Un dato anecdótico es que la madera empleada para gran parte de sus estructuras, es conocida como “madera diablo”, por lo que los pobladores suelen decir que es el único lugar donde Dios y el diablo se encuentran juntos.

Anécdotas aparte, la verdad es que es un verdadero placer pasear por sus calles adentro e internarse por la floresta que crece al borde los ríos y ver sus hermosas casitas de colores, que dan la impresión de haber sido sacadas de algún libro de cuentos.

La configuración geográfica del Valle de Oxapampa es de una singularidad extraordinaria, por estar ubicado en una cuenca conformada por los ríos Huancabamba, Palcazú y Ancayali, los que desembocan en el río Pachitea, cuyos cauces forman la rica provincia de Oxapampa, sin duda la zona de la Selva Central de mayor atracción turística.

En sus dominios se encuentra el Parque Nacional Yanachaga-Chemillén donde se  integran áreas de pajonales, punas alto andinas y bosques tropicales y de neblina. Este parque alberga 350 especies de orquídeas, más de 520 especies de aves y aproximadamente 125 especies de mamíferos como la nutria, el jaguar, el oso de anteojos, el venado enano y el machetero. También es el único lugar donde se encuentran las ranas venenosas, que están en extinción. Un recorrido por sus instalaciones es contactarse con la vida misma. Realmente una experiencia fascinante.

Como fascinante ingresar a la caverna en el cerro El Polvorín conocido como el vientre materno de la Tunqui Cueva que se encuentra a tan solo diez minutos de Oxapampa. La caverna tiene unos 60 metros de profundidad, donde se alojan centenares de murciélagos que se alimentan con las frutas del lugar. Al salir uno queda con la impresión de haber caminado por el interior de la tierra.

De regreso al pueblo uno transita al borde de sus laderas, cubiertas por una exuberante vegetación que en algunas zonas alcanzan alturas de hasta mil metros.

Al recorrer sus distritos pueden apreciarse algunas de sus cataratas como la de Rayantambo, con caídas de 45 m de altura cuyas aguas cristalinas discurren por las paredes de rocas sin vegetación.

Son duda la naturaleza ha sido prodiga con Oxapampa y la ha dotado de abundante flora y fauna suficiente para que se mantengan en el tiempo.

No podemos decir lo mismo de sus calles, veredas y caminos que comunican a todos los distritos que componen esta provincia.