Cada 24 de junio, los pueblos de la Amazonía peruana se visten de fiesta para rendir homenaje a San Juan Bautista, patrono de la región. Esta celebración, considerada una de las más importantes del oriente peruano, fusiona elementos religiosos, culturales y gastronómicos en una expresión única de identidad amazónica que se mantiene viva desde hace casi 500 años.
Orígenes: Entre la fe católica y la tradición local
La Fiesta de San Juan fue introducida por misioneros españoles en el siglo XVII, en su intento por evangelizar a los pueblos amazónicos. Con el tiempo, la figura de San Juan Bautista, reconocido como el “mensajero del agua” por haber bautizado a Jesús en el río Jordán, fue acogida por las comunidades selváticas, que lo asociaron con sus propios rituales en torno al agua, la fertilidad y la vida.
La festividad también dialoga con el calendario agrícola de la región y coincide con el inicio del solsticio de invierno, lo que refuerza su carácter simbólico como celebración de renovación, abundancia y esperanza.
Bañarse para renovar el alma
Una de las costumbres más arraigadas es el baño en ríos y quebradas, que se realiza la víspera, el 23 de junio. Se cree que en esta fecha las aguas adquieren propiedades purificadoras gracias a la bendición de San Juan. Por ello, miles de personas acuden a los cuerpos de agua para bañarse como símbolo de limpieza espiritual y buena fortuna.
Festividad, color y tradición
En ciudades como Iquitos (Loreto), Tarapoto y Moyobamba (San Martín), Pucallpa (Ucayali), Tingo María (Huánuco) y Yurimaguas (Loreto), la celebración incluye una variada programación de actividades que combinan religiosidad, folclore y alegría popular. Misas, procesiones, pasacalles, concursos de danzas típicas y ferias gastronómicas reúnen a locales y visitantes en torno a una fiesta que también impulsa el dinamismo económico y turístico en la Amazonía peruana.
Uno de los elementos más representativos es la pandilla, danza tradicional amazónica que se baila en grupo al ritmo de tambores, flautas y maracas. Las comunidades se organizan para adornar sus espacios con palmeras, flores y frutas, mientras familias enteras se reúnen alrededor del juane, el plato típico por excelencia.
El juane: identidad envuelta en hoja de bijao
No hay Fiesta de San Juan sin juane. Este emblemático potaje, hecho a base de arroz sazonado, huevo, aceituna, gallina y especias, envuelto en hoja de bijao, simboliza la cabeza de San Juan Bautista y representa una síntesis perfecta de la gastronomía selvática. Su preparación es parte central de los festejos, y muchas ferias gastronómicas ofrecen variedades como el juane de yuca, chonta o cecina, reflejando la creatividad de cada localidad.
Más que una fiesta, un símbolo cultural
Con el paso de los años, la Fiesta de San Juan ha trascendido su dimensión religiosa para consolidarse como un símbolo de identidad colectiva y resistencia cultural. En medio de los desafíos que enfrenta la Amazonía, como la deforestación, la pobreza o el abandono estatal, esta celebración reafirma el valor de la memoria, la comunidad y la esperanza.
Hoy, el país reconoce en San Juan no solo una tradición viva, sino también una forma de rendir homenaje a la diversidad y riqueza de la selva peruana. A través del canto, la danza, la comida y la fe, cada 24 de junio se reafirma que la Amazonía no solo es pulmón del planeta, sino también parte vital del corazón cultural del Perú.