Lo que comenzó con un vago reporte de «falla en el radar» se reveló como un colapso de los sistemas vitales que controlan la torre del Aeropuerto Jorge Chávez: comunicaciones radiales e informática quedaron inoperativas, sembrando demoras, cancelaciones y la furia de miles de pasajeros.
El Aeropuerto Internacional Jorge Chávez se convirtió en un hervidero de tensión cuando las salidas de vuelos, tanto nacionales como internacionales, se paralizaron. Desde las 3:00 p.m., el clamor de los afectados resonó en el Rotafono de RPP y las redes sociales. La historia de María Teresa Gálvez ilustra el calvario: sus padres, adultos mayores, perdieron su vuelo a Ayacucho.
La aerolínea inicialmente los culpó de distracción, solo para luego confirmar la cancelación. La indignación se encendió al intentar reprogramar, con una exigencia de $30 de penalidad por cada pasaje. «¡Quieren reprogramar cuando quieren y encima me cobran!», exclamó Gálvez, reflejando la impotencia de muchos.
En un intento por mitigar la creciente alarma, CORPAC publicó un mensaje en X asegurando una «normalidad» que contrastaba drásticamente con la realidad que vivían los pasajeros, quienes seguían reportando la inmovilización de sus vuelos y la ausencia de información clara en el terminal.
La verdad se impuso horas después: la causa no fue una simple falla de radar, sino una interrupción simultánea de los sistemas de comunicación de Bitel (radial VHF Extendida e informática) y de sus sistemas de respaldo. El incidente, que duró poco más de una hora (2:33 p.m. a 3:35 p.m.), forzó la suspensión preventiva de todos los despegues a nivel nacional.

El resultado: 20 vuelos truncados (17 nacionales, 3 internacionales), con seis cancelaciones, once retrasos y tres salidas tardías.
Bitel, la empresa proveedora del servicio afectado, ofreció su versión, señalando una «afectación externa» a sus sistemas y descartando sabotaje, anunciando además la denuncia ante las autoridades y la restauración del servicio.
A pesar de las garantías de CORPAC y Bitel sobre la seguridad, el episodio ha dejado al descubierto la fragilidad tecnológica de la principal puerta de entrada aérea del país y la imperiosa necesidad de robustecer los protocolos de contingencia para evitar futuras disrupciones.
