La tradicional sabiduría sobre los cónclaves papales, resumida en la frase «Quien entra como papa, sale como cardenal», adquiere una renovada significación ante la elección del sucesor de Francisco. Esta máxima nos recuerda la naturaleza reservada e impredecible de la votación en la Capilla Sixtina, donde el favoritismo previo puede desvanecerse. El caso del cónclave de 2013, con la inesperada elección de Jorge Bergoglio sobre el entonces señalado Angelo Scola, ilustra esta realidad. El luto expresado por los fieles en Buenos Aires (21 de abril de 2025) tras la muerte del Papa Francisco subraya la importancia de este momento para la Iglesia Católica Romana.
El pontificado de Francisco ha dejado un legado de reformas que impactarán directamente en este cónclave. Su reestructuración del colegio cardenalicio, buscando una mayor representatividad global, ha alterado el equilibrio de poder tradicional. Al otorgar el cardenalato a obispos de regiones antes excluidas, Francisco ha introducido voces nuevas y menos alineadas con la curia romana, lo que complejiza la labor de los analistas al intentar predecir el resultado.
La elección del próximo Papa se centrará en identificar a un líder con las habilidades, la experiencia y la autoridad moral necesarias para guiar a la Iglesia en un contexto global desafiante. Los cardenales electores deberán discernir quién posee la visión y el carisma para ofrecer un liderazgo creíble a nivel mundial. La edad, como factor en los últimos cónclaves, también influirá en sus deliberaciones, sugiriendo una posible inclinación hacia pontificados más cortos.
En este complejo escenario, varios cardenales emergen como figuras clave, los denominados «papabile». La mayoría de estos potenciales sucesores fueron designados por Francisco, aunque la influencia de dos cardenales nombrados por Benedicto XVI no puede ser descartada.
A continuación, analizamos algunos de los candidatos que se perfilan con mayores posibilidades en esta crucial elección papal:
Perfiles fuente: CÑÑ
