“Aquel 5 de febrero de 1975”… Por Octavio Huachani Sánchez

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-¡Tienen 10 segundos para marcharse de aqui! 

Frente a nosotros con las piernas abiertas, metralleta en mano, se encontraba parado un oficial del ejército. Tenía la cara de pocos amigos:
-Uno, dos…
Empezó a contar mientras rastrillaba su arma y otros ocho soldados con armas en las manos se colocaban delante de él y nos apuntaban. Detrás de ellos una tanqueta se estacionó frente a la puerta principal del local de Radio patrulla, en el distrito de La Victoria.

-Corre hue… corre!! Me gritó Quirocito el chofer de Caretas que ya había puesto pies en polvorosa.

En tropel todos los reporteros y fotógrafos que se encontraban escondidos tras los raleados setos de pequeños jardines, buscaron refugio en las casas aledañas.

Segundos después los soldados empezaron a disparar.

-¿Y Vilca? le pregunto a Quiroz…
-No sé, Manuel estaba junto a nosotros pero…

Era mediodía cuando el teléfono de mi casa empezó a sonar insistentemente. Yo me encontraba durmiendo después de haber dejado a mis hijos en el colegio Salesianos de la avenida Brasil. Recuerdo que en la madrugada de ese día habíamos “cerrado” la edición de Caretas que entonces era un quincenario y tenía un formato más grande que el actual.

-¿Huachani?
-Si, quien habla?
-Compadre vente urgente a la oficina que hay una huelga policial y hay que preparar una separata, no traigas tu carro, me advirtió. Era la voz de Idelfonso Alemán, administrador de Caretas.

Me duché y vestí apresuradamente y salí de casa. En ese tiempo vivía en el Rímac. Entre confuso e intrigado dirigí mis pasos hacía el Puente Trujillo y apenas crucé la Plaza de Armas para entrar al jirón de la Unión tuve una idea cabal de lo que estaba sucediendo:

Al asomarme al jirón de la Unión presencié la primera escena de saqueo masivo que había visto en mi vida. Decenas de personas, empleados, -hombres y mujeres-, estaban dedicadas al saqueo de las tiendas. Las damas buscaban zapatos que hicieran juego con la cartera que antes habían cogido de un estante. Por su parte los varones buscaban ropas de marca, relojes, televisores, etc. Todos salían de las tiendas cargados de ropa, artefactos eléctricos y todo tipo de artículos. No había un solo policía en las calles.

(Ya en la revista me enteré que la huelga policial que se originó en un reclamo salarial había explotado con un incidente ocurrido en Palacio de Gobierno cuando un general había abofeteado a un policía por permitir que un periodista se acercara al auto presidencial).

Nunca llegamos a saber cómo el entonces “flaco” Manuel Vilca había logrado ingresar al local de Radio Patrulla junto con la tanqueta y los soldados. Una vez dentro, mientras los milicos iniciaban una balacera disparando a todo lo que se moviera, Vilca también empezó a disparar su cámara fotográfica inmortalizando aquel momento: Con cada disparo su flash iluminaba el local humeante creando un escenario dantesco.

Luego de varios minutos se hizo la calma.

Minutos más tarde un grupo de policías era sacado con las manos en la nuca por la puerta de la avenida Bausate y Mesa.

Aparte un soldado llevaba tomado del cuello al menudo fotógrafo de Caretas. Rodeado de soldados Vilca primero fue trasladado hacia la Prefectura y luego a la prisión de Lurigancho donde permaneció durante tres meses.

Pese a su juventud Manuel supo comportarse como todo un fogueado reportero gráfico: Apenas fue descubierto lo primero que hizo que hacer correr todo el carrete de película de 35 mm para de inmediato sacarlo de la cámara y reemplazarlo por uno rollo virgen, el mismo que un oficial sacó de la cámara y lo “veló”. Apenas era sacado de Radio patrulla Vilca tiró el rollo en uno de los jardines colindantes y con señas se lo hizo saber a Quirocito que luego de una ardua búsqueda pudo encontrarlo y llevarlo a la redacción de Caretas.

Las fotos de Vilca y las de Víctor Manrique dieron vida a la separata que salió al día siguiente a las calles. Lamentablemente la edición fue requisada, aunque algunos canillitas lograron esconderlos para venderlos a mayor precio.

Fue una jornada periodística que duró varios días y en que participaron todo el plantel. Víctor Manrique, Alfonso “Pocho” Delboy, Manuel Tarazona, Jorge Castro de los Ríos y Leoncio Mariscal.