- La respuesta del premier Adrianzén a la masacre en Pataz generó fuerte rechazo, causando un 75% de la población exigiendo su censura en el Congreso
- Su aprobación es solo del 4%, y se demanda un gabinete de unidad con figuras de mayor respaldo
El primer ministro Gustavo Adrianzén enfrenta una crisis sin precedentes, acumulando cuatro mociones de censura simultáneas y perfilándose como el premier con la menor aprobación popular registrada. Su gestión se ha visto marcada por una defensa incondicional ante diversas denuncias y una criticada respuesta a la masacre en Pataz, factores que han erosionado significativamente su respaldo ciudadano. La reciente encuesta de Ipsos revela un contundente rechazo del 81% a su labor a nivel nacional, con un exiguo 4% de aprobación y un 75% de peruanos a favor de su censura parlamentaria este miércoles.


La controversia generada por la masacre en Pataz ha sido un punto de inflexión en la ya debilitada imagen del premier. La ciudadanía lo responsabiliza políticamente por la trágica muerte de trece trabajadores mineros, lo que ha impulsado la demanda de su censura en el Congreso. Este rechazo se suma a la percepción de que su gestión ha priorizado la defensa de la presidenta por encima de la atención a los problemas urgentes del país, como la inseguridad.
Ante este escenario, voces autorizadas como el ex-viceministro del Interior Ricardo Valdés, han analizado la encuesta de Ipsos, destacando la urgencia de un cambio en la conducción del gobierno. Valdés sugiere que Adrianzén debería considerar su renuncia y proponer a la presidenta un acuerdo político con las principales fuerzas del Congreso para buscar una salida a la crisis.
En la misma línea, el analista político Luis Benavente plantea la necesidad de un «gabinete de salvación nacional» integrado por figuras respetables que puedan revitalizar la imagen del gobierno y recuperar la confianza ciudadana. Ambos analistas coinciden en la importancia de encontrar líderes que generen consenso y puedan ofrecer un nuevo rumbo al país.
La decisión del Congreso este miércoles se presenta como un momento crucial. La alta desaprobación del premier y el fuerte respaldo ciudadano a su censura ejercen presión sobre los legisladores. La eventual salida de Adrianzén implicaría la renuncia de todo su gabinete, generando una nueva crisis en un gobierno ya debilitado y con escasa credibilidad.