Experta califica el calor extremo como un «asesino silencioso».
El planeta debe prepararse para convivir con olas de calor más frecuentes e intensas, una realidad ineludible debido al cambio climático inducido por la actividad humana. Esta alarmante advertencia fue emitida el pasado martes por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), en un contexto donde gran parte de Europa padece una severa canícula.
En Perú, distritos como San Martín de Porres y San Juan de Lurigancho registraron un 100% de humedad relativa, mientras que La Molina alcanzó el 98%.
Clare Nullis, portavoz de la OMM, fue contundente en sus declaraciones: «Como resultado del cambio climático provocado por el hombre, el calor extremo se está volviendo más frecuente, más intenso. Es algo con lo que tenemos que aprender a vivir». Al ser consultada sobre el panorama futuro, su respuesta fue desalentadora: «Más de lo mismo, incluso peor».
Tradicionalmente, julio se consolida como el mes más cálido en el hemisferio norte. Sin embargo, Nullis destacó que los episodios de calor extremo tan tempranos, como los que se han registrado en las últimas semanas, son considerados excepcionales.
La vocera de la OMM se refirió al calor extremo como un «asesino silencioso», subrayando que las cifras de fallecimientos relacionados con el calor suelen estar subestimadas en las estadísticas oficiales, en contraste con, por ejemplo, las muertes causadas por ciclones tropicales. «Es importante señalar que cada muerte por calor es innecesaria: tenemos el conocimiento, tenemos las herramientas, podemos salvar vidas», enfatizó, resaltando la importancia de la prevención.
Según la agencia de la ONU, las alertas tempranas y la implementación de planes de acción coordinados son esenciales para salvaguardar a la población. Nullis explicó que la actual ola de calor en Europa occidental es el resultado de una combinación de factores, incluyendo la llegada de «aire caliente proveniente del norte de África» y el incremento de las temperaturas en la superficie del mar Mediterráneo, lo que «tiende a intensificar las temperaturas extremas» en tierra firme.