La histórica Capilla Sixtina del Vaticano, célebre por los frescos de Miguel Ángel, se apresta a ser el epicentro de un nuevo cónclave. A partir del 7 de mayo, los cardenales electores se congregarán en este santuario del arte para elegir al pontífice que sucederá a Francisco, fallecido el 21 de abril.
Desde 1492, con solo cinco excepciones, la Sixtina ha sido testigo de la elección papal. Ahora, 133 purpurados se reunirán a puerta cerrada, bajo la bóveda pintada por Miguel Ángel y los murales de Botticelli y Perugino, para llevar a cabo este rito trascendental.
Mientras las congregaciones preparatorias tienen lugar, la capilla, cuyo nombre honra a Sixto IV, permanece cerrada al público desde el lunes, adaptándose a las exigencias del cónclave.
El «Juicio Final» presidirá la elección, recordando la trascendencia del momento. Los cardenales jurarán sobre el Evangelio ante esta obra maestra y los frescos del techo. La elección de la Sixtina como sede reafirma su significado espiritual.
Un equipo de confianza trabaja en la disposición de la capilla, instalando las mesas para los 133 cardenales. El aislamiento será total: sin comunicaciones externas ni vigilancia electrónica. Incluso el pavimento se elevará para facilitar el acceso al altar, corazón de la elección.