Tras su muerte, se hizo público el testamento espiritual del Papa Francisco, documento que firmó en 2022, donde expresa su última voluntad sobre su sepultura.
En un gesto de profunda humildad, pidió un entierro sencillo en tierra, con la única inscripción «Franciscus», en la Basílica de Santa María la Mayor, cerca de la Capilla Paulina.
Esta elección, en lugar de las Grutas Vaticanas, subraya su arraigada devoción a la Salus Populi Romani, cuya imagen visitaba con frecuencia, tanto como cardenal como pontífice, y a la que rindió homenaje incluso durante su convalecencia.
El testamento final de Francisco:

En el Nombre de la Santísima Trinidad. Amén.
Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrena, y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria sólo en cuanto al lugar de mi sepultura.
Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por tanto, pido que mis restos mortales descansen esperando el día de la resurrección en la Basílica Papal de Santa María la Mayor.
Deseo que mi último viaje terrenal termine en este antiquísimo santuario mariano, al que acudía en oración al inicio y al final de cada Viaje Apostólico para confiar confiadamente mis intenciones a la Madre Inmaculada y agradecerle sus dóciles y maternales cuidados.
Pido que se prepare mi sepulcro en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal, como se indica en el anexo adjunto.
El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus.
Los gastos para la preparación de mi entierro serán cubiertos por la suma bienhechora que he dispuesto, que será transferida a la Basílica Papal de Santa María la Mayor y para la cual he dado las instrucciones oportunas al Arzobispo Rolandas Makrickas, Comisario Extraordinario del Capítulo de Liberia.
Que el Señor dé la recompensa merecida a quienes me han amado y seguirán rezando por mí. El sufrimiento que estuvo presente en la última parte de mi vida lo ofrecí al Señor por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos.


