En la Policía Nacional del Perú, el nombre del alférez Mariano Santos Mateo inspira profunda admiración. Este héroe nacional, oriundo de Cusco, pasó a la historia como “el Valiente de Tarapacá” por su despliegue de amor a la patria durante la batalla homónima, que enfrentó a Perú y Chile el 27 de noviembre de 1879, en el marco de la Guerra del Pacífico.
Nacido en el distrito de Luque, provincia de Quispicanchis, Santos partió de su hogar a los 20 años hacia Arequipa. En 1875, se integró a la Guardia Civil del Perú, antiguo cuerpo de policía uniformada y institución fundacional de la Policía Nacional actual. Formó parte del Batallón de Guardias de Arequipa, que se integró a la Tercera División del Ejército Peruano del Sur en la campaña bélica.
Durante la batalla de Tarapacá, las fuerzas peruanas fueron dirigidas por los legendarios coroneles Andrés Avelino Cáceres, Francisco Bolognesi y Manuel Belisario Suárez. Era evidente la desventaja en número de hombres, debilitados tras la derrota en la batalla de San Francisco, así como la escasez de recursos militares. Pese a ello, los soldados, campesinos y agentes policiales se enfrentaron al ejército chileno con valentía.
Cuando las tropas perdían la esperanza, el Batallón de Guardias de Arequipa se sumó a la defensa. Al igual que sus pares, el alférez Santos Mateo, bayoneta en mano, se enfrentó cuerpo a cuerpo con el enemigo. Sin embargo, su servicio pasó a la historia con una sorprendente hazaña: logró llegar hasta el abanderado chileno y quitarle el estandarte del país vecino. Su grito de aliento despertó la bravura de sus compañeros, quienes pelearon hasta vencer al enemigo. La derrota se declaró a las 12 del día, según menciona Modesto Molina, destacado escritor tacneño, en su “Boletín de Guerra”.
La contienda dejó al valeroso alférez muy herido, pero sobrevivió y fue ampliamente homenajeado en vida por su acto, calificado como “hecho grandioso” por sus superiores. Obligado a retirarse por las heridas que sufrió en la batalla de Tacna, pasó los últimos años de su vida en su natal Cusco, donde falleció el 7 de octubre de 1900. Se le otorgó póstumamente el grado honorífico de Gran General de la Policía Nacional del Perú, en 2007.
