Foto: Perú Informe
La jornada conmemora el legado de quienes defendieron el derecho a la educación y destaca el rol de los estudiantes en la construcción de sociedades más justas, críticas y participativas.
Por Sofía Saturno
El Día Mundial del Estudiante, celebrado cada 17 de noviembre, tiene un origen profundamente simbólico. La fecha recuerda a los estudiantes checoslovacos que, en 1939, se manifestaron contra la ocupación nazi y fueron brutalmente reprimidos. Nueve de ellos fueron ejecutados sin juicio, y más de 1.200 enviados a campos de concentración. Desde entonces, la efeméride se convirtió en un símbolo de resistencia estudiantil y defensa de los derechos humanos.
Hoy, el Día Mundial del Estudiante se celebra en más de 100 países como una oportunidad para reconocer el valor de la educación como herramienta de transformación social, y para visibilizar las demandas, logros y desafíos que enfrentan los estudiantes en distintos contextos.
En el Perú, la fecha cobra especial relevancia en medio de debates sobre la calidad educativa, el acceso equitativo a la formación superior, la brecha digital y la participación estudiantil en procesos democráticos. Universidades, institutos y colegios organizan actividades culturales, foros, ferias vocacionales y encuentros intergeneracionales que celebran el rol activo de la juventud en la vida nacional.
Los estudiantes no solo aprenden: también proponen, cuestionan, movilizan y crean. Desde las aulas hasta las redes sociales, su voz ha sido clave en luchas por la equidad de género, el cuidado ambiental, la defensa de derechos indígenas, la mejora de condiciones académicas y la fiscalización de políticas públicas.
En tiempos de transformación digital, los estudiantes enfrentan nuevos retos:
• Adaptarse a modelos híbridos de aprendizaje.
• Acceder a tecnologías y conectividad de calidad.
• Desarrollar pensamiento crítico frente a la desinformación.
• Equilibrar la formación académica con el bienestar emocional.
El Día Mundial del Estudiante también invita a reflexionar sobre el papel de los docentes, las familias y el Estado en la construcción de entornos educativos seguros, inclusivos y estimulantes.
Ser estudiante es más que asistir a clases: es asumir el compromiso de aprender para transformar. En su día, se celebra no solo el esfuerzo académico, sino la capacidad de imaginar futuros más justos, creativos y solidarios. Porque donde hay estudiantes, hay esperanza.
