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¿Qué es la «Sala de las Lágrimas» y cuál es su significado para el Papa?

La «Sala de las Lágrimas»: el umbral de la Capilla Sixtina donde el nuevo Papa se despoja de su cardenalato

En esencia, la llamada «Sala de las Lágrimas» es la sacristía de la Capilla Sixtina, un espacio donde el recién electo Papa se retira brevemente tras aceptar su trascendental designación. Aquí, despojado de sus vestiduras cardenalicias, asume por primera vez los hábitos pontificios.

¿Por qué ese nombre evocador?

Se cree que en esta soledad sobrecogedora, el nuevo pontífice experimenta una profunda emoción ante el peso de la responsabilidad que recae sobre sus hombros como Sucesor de San Pedro y Vicario de Cristo en la Tierra. Este momento íntimo sucede justo después de la «fumata blanca» que anuncia su elección al mundo y precede a su primera aparición pública para impartir la bendición «Urbi et Orbi».

La proclamación formal del nuevo Papa sigue un protocolo riguroso. El cardenal decano, en nombre de los electores, le pregunta en latín: «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?» ( Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?). Si la respuesta es afirmativa, prosigue: «¿Con cuál nombre quieres ser llamado?» (Quo nomine vis vocari?).

Tras este diálogo crucial, el electo se dirige a la «Sala de las Lágrimas» para ese instante de introspección. Allí, se reviste con los ornamentos papales de la talla adecuada, marcando visiblemente su nuevo rol.

A continuación, los cardenales le rinden homenaje con un gesto de respeto y obediencia, mientras entonan el Te Deum en acción de gracias. Finalmente, el anuncio esperado resonará desde el balcón de la Basílica de San Pedro: «¡Habemus Papam!».

Este rito conmovedor evoca las palabras de San Juan Pablo II sobre su propia elección: «En este lugar sagrado se reúnen los cardenales, esperando la manifestación de la voluntad de Cristo con respecto a la persona del sucesor de san Pedro… y aquí, por obediencia a Cristo y encomendándome a su Madre, acepté la elección hecha por el Cónclave… declarando… que estaba dispuesto a servir a la Iglesia».

Benedicto XVI también recordó la Capilla Sixtina como el lugar donde vivió «con trepidación y confianza absoluta en el Señor, el inolvidable momento de mi elección como Sucesor del Apóstol Pedro».

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