Una mirada internacional. Por: José Antonio Torres Iriarte

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La revolución tecnológica, las redes sociales y el acceso a la información al instante, hace posible que podamos seguir el acontecer nacional o internacional; sin embargo hoy la humanidad está expuesta a la manipulación mediática, el control de las emociones, la homogenización del pensamiento o en su defecto a una desbordante polarización.

El mundo aún sufre los embates de una crisis sanitaria de alcance global, el riesgo de una invasión a Ucrania por parte de Rusia es latente, la falta de liderazgo de las Naciones Unidas, un liderazgo débil del presidente Biden, una Unión Europea con disonancias en su política exterior, el peso de la economía china y el aparente poderío militar ruso; son apenas una descripción parcial del actual escenario internacional.

Más allá de los proteccionismos o el libre mercado, la economía internacional está signada por la globalización, la integración de los mercados, por menores indíces de pobreza en las zonas de menor desarrollo del mundo; sin embargo países como la República Popular China y Rusia presionan por una nueva correlación de fuerzas en un mundo cambiante.

Rusia no cede en su vocación militarista y pretende recuperar territorios que formaron parte de la URSS (hasta 1991) y para ello reta a la U.E. y a los Estados Unodos, teniendo como arma su conocida fuerza militar y su condición de proveedora de energía a Alemania en especial. Rusia ha comprendido que debe buscar nuevos aliados en América Latina, más allá de Cuba o Venezuela; por ello en la actual coyuntura internacional ha promovido las visitas oficiales, tanto del presidente Fernández de Argentina, como de Bolsonaro en Brasil; lo que puede interpretarse como un giro internacional con la clara intención de debilitar aún más el liderazgo norteamericano en Sudamérica.

Luego de la caída del Muro de Berlín, la disolución de la URSS y la reunificación alemana; los Estados Unidos durante la administración del presidente Clinton propuso la «Iniciativa para las Américas» en un primer momento, posteriormente en la administración Bush planteo el ALCA; sin embargo al no contar con el respaldo de la mayoría de países integrantes del UNASUR tuvo que desistir. Por ello recogiendo la experiencia del Tratado de Libre Comercio de Norte América suscrito en 1994, desde la Casa Blanca se alentó la suscripción de Tratados de Libre Comercio con Chile, Colombia y Perú en especial.

América Latina necesita integrarse mejor a los mercados internacionales, debe comprender que requiere de inversión extranjera y bajo esa premisa mirar hacía el Asia Pacífico, los Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, la India o la República Popular China son oportunidades válidas.

En nuestro concepto América Latina debe afianzar su identidad, liberarse de presiones e injerencias políticas o ideológicas de todo signo; por ello no seamos ingenuos y entendamos que la cooperación militar rusa o las grandes inversiones en infraestructura de la República Popular China son parte de una nueva estrategía hacía América Latina con claros objetivos geopolíticos.

Afirmemos la libertad como principio fundamental y dejemos atrás todo atisbo de dictadura.