“Una mirada al Perú profundo”… Por Octavio Huachani Sánchez

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Rolando Crispín Shampache, tiene 62 años, mide apenas un metro con 60 centímetros, tiene la piel cobriza y es de figura esmirriada. En cada uno de sus actos Rolando Crispín refleja esa timidez propia de los humildes y aunque su rostro muestra la grave dolencia que lo aqueja es consciente que su peor enfermedad es la pobreza.

Crispín Shampache pasa desapercibido en medio de los aproximadamente diez millones de personas que diariamente transitan por las calles de Lima.

Sin embargo a miles de kilómetros de la capital, Crispín es la máxima autoridad de una de las cinco comunidades nativas Yaneshas del departamento de Pasco. Pero aún así, cacique o no, igual que todos los miembros de su localidad, no tiene acceso a ningún tipo de atención médica.

Los Yanesha es una etnia distribuida en la ceja de selva de los departamentos de Pasco, Huánuco y Junín y está conformada por las comunidades Ñagazú, Santa Isabel, Huacamayo, Hanswald, Santa Rosa de Chuchurras y Enoc Flor de un Día.

Para ser atendidos en una posta médica deben recorrer más de ocho horas de camino por estrechas trochas cubiertas de frondosa vegetación o tres horas viajando en lancha. Sin embargo pocos, muy pocos, pueden pagar el costo del viaje. Para muchos esa suma puede alcanzar para tres o cuatro días de comida.

Debido a esta situación las estadísticas del ministerio de salud señalan que la mayoría de los casos atendidos en las postas médicas ubicadas en la selva suceden cuando la vida de los nativos está en inminente riesgo de muerte.

Y esto es porque antes de acudir a un médico han recurrido a remedios caseros.

Ese fue el caso de Rolando Crispín Sampache. Primero tuvo una pequeña molestia en el ojo derecho la misma que, debido a sus múltiples tareas como curaca de su comunidad, trató de curar con mejunjes caseros. Lamentablemente con el pasar de los meses su dolencia se fue agravando hasta convertirse en irreversible.

Pero Crispín se consolaba porque todavía ver por uno de sus ojos. Sin embargo meses más tarde una grave lesión en la córnea del ojo izquierdo lo puso al borde de la invidencia total.

De acuerdo al diagnóstico del Dr. César Escalante Rospigliosi, especialista en trasplantes de córnea del Hospital Almenara, Rolando Crispín ya había perdido la visión total de un ojo y en el otro se le había detectado una descompensación de la cornea por lo que lo único recomendable era un trasplante de córnea.

La intervención de este reconocido médico oftalmólogo fue el último eslabón de una cadena de voluntades de médicos que se unieron para  solucionar el caso de Rolando Crispín.

El primer paso se inició cuando la Confederación Nacional Amazónica del Perú (CONAP), solicitó ayuda al Dr. Jorge Gutiérrez Tunanñana, médico geriatra entonces director de policlínico Ramón Castilla de EsSalud y con gran espíritu solidario con sus semejantes.

El segundo paso del Dr. Gutiérrez fue acudir al Congreso en busca de un dispositivo legal que permitiera atender a una persona no asegurada en situación de indigencia. Otro paso importante fueron sus gestiones para obtener la donación de una cornea.

Hoy Rolando Crispín Shampache, mira el futuro con optimismo y de nuevo en sus pagos, camina convencido que con el concurso de personas solidarias y desinteresadas como los doctores Gutiérrez y Escalante, el Estado puede mejorar los accesos a los servicios públicos de las comunidades nativas.

(Esta historia fue escrita en colaboración con Raúl Huachani Vergaray, quien trabaja desde hace 20 años en el Proyecto Pichis-Palcazú en La Merced y está en permanente contacto con las comunidades ubicadas en la Ceja de Selva como también con las etnias aisladas por propia voluntad.)