“Ricardo Belmont vuelve pero no devuelve”… Por: Octavio Huachani Sánchez

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Aunque las elecciones municipales y regionales de 2018 se realizará el domingo 7 de octubre, en Lima son varios los nombres que empiezan a sonar merced a minis campañas que realizan en mercadillos periféricos de la ciudad donde algunos aparecen acompañados de sus respectivas portátiles regalando, además de sonrisas y abrazos, dulces, polos, almanaques y pequeñas agendas.

Muchos son rostros conocidos. La variopinta lista de candidatos para suceder en el cargo al actual burgomaestre Luis Castañeda trae varias sorpresas.

Figuran ex congresistas como Julio Gagó, (Lima Avanza); Esther Capuñay, (Lima va); Humberto Lay, (Restauración Nacional), Enrique Cornejo, (Contigo Lima); José Luna Gálvez, (Podemos Perú) y posiblemente Alberto Beingolea del PPC y Renzo Reggiardo, (sin Partido)

También burgomaestres en ejercicio como Juan Carlos Zurek, alcalde de La Molina, (Somos Perú); Jorge Muñoz, de Miraflores, (Acción Popular); Miguel Ángel Saldaña de Comas y Manuel Velarde de San Isidro, (sin Partido).

También el exalcalde de Jesús María Enrique Ocrospoma, (Por Lima).

Pero hay dos nombres que captan la atención: el cómico Carlos Álvarez y el “Hermanón” Ricardo Belmont Cassinelli quien según muchos comentarios es quien cuenta con más más seguidores. Lo malo es que lo siguen para que les devuelva el dinero de sus acciones que invirtieron en el canal de televisión RBC.

La historia

Todo empezó en 1986 cuando Belmont hizo una convocatoria pública invitando a los ciudadanos de buena fe a unirse a él para lograr reunir $3 millones y comprar un canal de televisión. «Pon el hombro, hermano, y te daré tu canal de televisión» fue la frase que empleó Belmont Cassinelli para convencer a 110 mil peruanos. Todos ellos invirtieron sus ahorros esperanzados que esta inversión podría ser el negocio de sus vidas. Pero no fue así.

Mediante “pastillitas para la moral” el Hermanón los animaba a seguir invirtiendo. Así, mediante engaños, nació RBC, «El Canal del Pueblo” que años más tarde se convertiría en «El Canal de Belmont».

El resto de este escándalo que aún no termina, es historia conocida.