«Pasión por el fútbol»… Por: Octavio Huachani Sánchez

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Prácticamente en todos los tiempos y en todos los lugares del mundo ha existido, y existe, un grupo de muchachos que tiene al fútbol como su deporte favorito. Sin impórtales las guerras (ver foto), ni la pobreza.

Y es que practicar este deporte no demanda gasto alguno. Solo es necesario que se junten un grupo de muchachos y busquen una pelota de jebe, plástico o finalmente armen una pelota de trapo y, en tropel corran tras ella llevados por una pasión inexplicable.

Inexplicable porque basta que esa humilde bola pase por una suerte de arco formado por piedras o latas para emocionarlos al extremo y hasta lleguen a  sentir que han metido el gol con que su equipo gana un mundial.

Y es una pasión que no desaparece nunca. ¿Quién de nosotros cuando vamos caminando y vemos en alguna vereda algo que tenga forma de pelota, no lo pateamos?

Algunas historias de barrio

De las canchas de tierra del entonces modesto distrito de Puente Piedra salieron Guillermo La Rosa y Teófilo Cubillas. El primero recuerda que de niño jugaba sin zapatos y con pelota de trapo y que su primer club fue uno pequeño de la liga de Puente Piedra. La Rosa es recordado por anotar, hasta el día de hoy, el último gol de un equipo peruano en un mundial. Fue a la selección de Polonia  en España 82.

Teofilo Cubillas Arizaga, también se inició en las polvorientas canchas de Puente Piedra defendiendo la camiseta del Huracán Boys. De ahí pasó a los infantiles de Alianza Lima. Cubillas es considerado por la FIFA como el mejor jugador joven de los mundiales, después de Edson Arantes do Nascimento​ “Pelé’. Pero los peruanos lo recordamos por ese hermoso gol de tiro libre que le metió a Escocia en el mundial de Argentina y que es considerado como uno de los mejores goles en la historia de los mundiales.

Jefferson Farfán nació en Villa el Salvador y jugaba todo el día en los arenales de ese distrito. “Todo lo veía arco” recuerdan sus amigos. De ahí pasó a jugar por los infantiles de Alianza Lima club donde llegó a ser una de las figuras más destacadas.

César Cueto, conocido como “el poeta de la zurda” nació y se crio en el Rímac. De niño empezó a trotar las polvorientas calles de  Ramón Espinoza su barrio. Hasta que llegó y encalló en la Av. Los Próceres a la altura del cine Diana. “Jugar en ese barrio era bien bravo porque tenías que estar atento no solo con los rivales sino también con los ómnibus y hasta con los patrulleros y por eso cuando te llegaba la pelota tenía que mirar para todos los lados antes de dar un pase” recuerda riendo. “A los 12 años Fernando, hermano de “Babalú” Martinez, me lleva al Alianza Lima y aunque pasé la prueba me dijeron que regresara en enero porque ya tenían el equipo formado. Regresé me quedé oara jugar con José Velásquez, Reynado Barquero, “Papocho” Rubianes y otros” recuerda.

Orlando “Chito” La Torre, nació en Trujillo y apenas a los siete años llegó a vivir a los Barrios Altos. Pelotero desde siempre empezó a recorrer las callejas barrioaltinas hasta que conoció a Roberto Challe, Luis Cruzado y Pedro Gonzáles y juntos comenzaron a caminar y a jugar por sus empinadas y polvorientas calles. La Torre era de Cinco Esquinas, Cruzado de Mercedarias y Gonzáles de Martinetti, recuerda nostálgico.