Misa clausura del papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud

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700 mil asistentes

El papa Francisco se despedía el domingo de su primer viaje a Centroamérica con una misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud ante 700 mil personas y la presencia de los presidentes de la región centroamericana, Colombia y Portugal, en un periplo en el que el pontífice llamó a proteger e integrar a los que se arriesgan a migrar por la pobreza y violencia.

El Vaticano dijo que los mandatarios de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, así como los de Colombia y Portugal, participan de la multitudinaria celebración religiosa en el Campo Juan Pablo II –un parque industrial bautizado con el nombre del papa polaco que visitó Panamá en 1983– donde esperaban miles de peregrinos que acamparon desde la tarde anterior al asistir a una vigilia con el pontífice de 82 años.

Durante su homilía el papa llamó a los jóvenes a que “se revelen, a que quieran vivir el ahora de Dios”. Dijo que los jóvenes no son el futuro, sino “el ahora, el presente”, en una alusión a que hagan realidad sus sueños ahora.

Francisco intentó estos días de jornada alentar a una juventud regional, así como al “fatigado” clero, en momentos en el drama de la migración y de los abusos, la explotación, la violencia y la pobreza golpean a la región, así como la vida cómoda y frívola.

“Es una de las experiencias más bellas de mi vida”, dijo poco antes de la misa la hondureña Carla Hernández, una estudiante de enfermería de 21 años. “Una noche en que compartimos, rezamos y disfrutamos las estrellas. El papa nos ha llenado de ilusiones”. Ella compartió su carpa con dos amigos de la capital hondureña.

El Vaticano dijo que 600 mil personas participaron en la vigilia, aunque la cifra palidece si se la compara con ediciones de jornadas previas. Los organizadores esperan que ese mismo número o una cantidad mayor tome parte de la misa final.

Tras la misa, el papa visita a los residentes de la Casa Hogar El Buen Samaritano donde enviará un fuerte mensaje a la sociedad panameña, en la que ser portador del VIH conlleva un estigma.

El director del albergue, el sacerdote Domingo Escobar, dijo que muchas de las personas a las que prestan ayuda fueron rechazadas por sus familias y por la gente en la calle, pero en el centro “reciben ayuda cristiana, como quiere la iglesia”.

Francisco visitará el hogar tras oficiar una misa ante cientos de miles de peregrinos en Metropark, en la ciudad de Panamá, que se celebrará temprano en la mañana para que los asistentes puedan evitar el calor sofocante y comenzar el viaje de regreso a sus casas tras una semana de actos religiosos.

El papa almorzó en la víspera con 10 jóvenes peregrinos de todos los continentes. El Vaticano describió el encuentro como un acto familiar y festivo, y los jóvenes se mostraron sorprendidos por la informalidad y el interés del pontífice en sus preguntas.

Brenda Noriega, una joven que nació en México y vive en San Bernardino, California, contó que le dijo al papa que los escándalos sobre abusos sexuales son una crisis de la que “no podemos evitar hablar”. La joven mencionó que Francisco dijo que éstos son “un crimen terrible” y que la institución está comprometida a ayudar a las víctimas.

Según Noriega, Francisco hizo hincapié en la necesidad de rezar y señaló que había enviado a los obispos de Estados Unidos a un retiro con su propio sacerdote a principios de mes, antes de la gran cumbre sobre prevención de abusos que se celebrará en el Vaticano en febrero.

Esta fue la primera vez que se abordaron públicamente los abusos durante la visita de cuatro días de Francisco a Panamá. En Centroamérica no estalló el escándalo como en otras regiones, donde el clero enfrenta una crisis de confianza tras años en los que no protegieron a los jóvenes de los sacerdotes que los violaban y abusaban.

Durante el almuerzo, celebrado en el campus del principal seminario de la capital panameña, los invitados plantearon sus dudas a Francisco.

La palestina Dana Salah contó que se interesó por la huida de los cristianos de la tierra donde nació Jesús. Francisco le aseguró que “Palestina siempre será la tierra de Jesús”, afirmó.

Por su parte, Emilda Santos Montezuma, una indígena panameña, habló con el pontífice del medio ambiente y de los derechos de la población indígena, dos asuntos especialmente cercanos a Francisco y que centrarán una reunión con obispos de la Amazonía en el Vaticano más tarde este año. El respaldo de Francisco, dijo, empoderará a los indígenas para luchar por sus derechos.

(Frontera)

(Fuente: Nodal)