“Marmani en el infierno”… Por Octavio Huachani Sánchez

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Sus ojos saltones con mirada despavorida, frente que sudaba copiosamente y sus manos fuertemente aferradas a una de las rejas que  circundaban el Palacio Legislativo, reflejaban su desesperación: “Pero señor tombo, perdón, digo policía, yo aún soy congresista argüía con voz rogativa, fíjese jefecito, aquí está mi carné que me acredita como padre de la patria” insistía. Entonces el policía sin voltear a mirarlo le respondió: “Entonces ya fuiste”. “Y es mejor que te vayas antes de que la gente te reconozca y empiece a lanzarte agua, huevos podridos o conos de plástico como a tus colegas”, le advirtió. Pero el avispado excongresista, que se las sabía todas, había tomado todas las precauciones del caso: ahora lucía con el cabello rubio y corte “fade” en degradé y lentes de contacto, que según le aseguró la empleada de una de las ópticas de jirón Huancavelica, usaba Brad Pitt, para lucir guapo y con ojos azules.

Al notar que no obtuvo los resultados que había previsto y a pocas semanas de cumplirse un mes del cierre del Congreso, lo que lo pondría en manos de la justicia, intentó hacer su “jugada maestra”: despaciosamente empezó a meter su mano en uno de los bolsillos  de su terno Gamarra Fashion, donde llevaba una bolsita con pepitas de oro que le habían abierto muchas puertas, incluso las del Congreso. Pero justo en ese momento, notó que a paso lento, se acercaba a la reja, una mujer de impresionante belleza y voluptuosas curvas. “Comandante, por favor deje ingresar al señor Marmani, lo están esperando”, dijo, mientras le hacía entrega de un oficio.

Apenas puso un pie delante de las ominosas rejas, Moisés recuperó su verdadera personalidad. Otra vez lucía su mirada de pejesapo enamorado y sonrisa petulante que mostraba cuando se sentía “ganador”. Esto produjo reacciones adversas y hasta favorables: “corrupto, analfabeto, mañoso”, le gritaban unos mientras otros lo llamaban “ídolo, héroe de la patria”. Esto hizo que detuviera sus pasos y dando un giro de 60 grados, levantara la mano izquierda y saludara a la gente “esta es la mano” les decía mientras mostraba su aparatoso reloj con el que grabó los “kenjivideos”. Cuando escuchó que algunos lo aplaudían otra vez se sintió triunfador, el que está por sobre todas las cosas, y hasta quiso regresar a la reja para agradecer a “su gente”, pero una susurrante voz lo detuvo: “Doctor, lo están esperando” le dijo la meliflua anfitriona. “Después de usted”, respondió el puneño. Al notar el generoso derriere de su invitante Moisés se mordió su carnoso labio y sus manos empezaron a inquietarse pero se contuvo cuando observó tras las rejas a algunos de sus ex colegas de bancada levantando las manos suplicándole que interceda para ingresar: “Eso les pasa por suspenderme” le dijo mientras movía su dedo índice.

Llegaron a la puerta principal y subieron la escalera y al llegar a Los Pasos Perdidos doblaron hacia la izquierda. Mientras esperaban aparecieron corriendo los fiscales Pérez, Vela y Lily Gonzáles agitando la orden del juez que traían en sus manos. “Tiene orden del detención, tiene orden de detención” argüían. Vano intento.

“Váyanse al diablo” les gritó Marmani. Al oír esto la anfitriona le pidió que moderara sus palabras. Disculpe usted señorita, dígame ¿que estamos esperando? El “descensor” estimado doctor, Marmani sonrió, porque pensó que la señorita estaba bromeando para ganar su confianza. Ok, el descensor dijo, sonriendo.

Llegó el aparato y abrirse las puertas, ambos ingresaron. Perdón mi descortesía señorita ¿Cuál es su nombre? Lucy…Lucy Fer, le respondió mientras aplastaba el único botón.

Mientras iniciaban su descenso Marmani, con disimulo fue repasando las exuberancias de la fémina: cintura angosta, amplias caderas, senos turgentes…hasta llegó porque se apagó la luz.  De pronto sintió que una mano buscaba la suya y sin dudarlo la tomó. Al tener contacto sintió que todo su cuerpo ardía, literalmente, pero no le importó  “charapa debe ser” se dijo…

Pero al abrirse la puerta notó que ella era él. Que Lucy Fer era en realidad Lucifer, es decir el diablo en persona, y que reía a carcajadas. “tamare, me fregué” alcanzó a decir…

“No te preocupes, aquí vas a tener todos lo que tenías “arriba”, mujeres, tragos…lo que quieras”, le dijo mientras le mostraba el amplio salón donde había cientos de mujeres de todas partes del mundo, todas desnudas, todas bailando y libando licor…todas invitándolo…

No lo pensó dos veces y de un salto ingresó, no sin antes agradecer a don Sata.

“Estoy en la gloria” gritaba y se entregó al bacanal. Pero olvidó que estaba en el infierno. Y que las mujeres no tenían sexo, que los cigarros eran electrónicos, que el pisco era chileno y lo peor, que el vino era Tacama!!