La tarea más difícil: Volver al trabajo después de las vacaciones

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Por: Sara Mendoza Figueroa – Gerente de Marketing – Raet LatAm.

Muchas veces no es fácil volver al trabajo luego de unas merecidas vacaciones. Hay que despedirse de ese tiempo sin obligaciones, la siesta, despertar y dormir a cualquier hora, no tener que programar nada en la agenda… Y, darle la bienvenida nuevamente a un ritmo de vida más rápido, tráfico, trabajo acumulado, responsabilidades y, probablemente, tareas atrasadas que -a menudo- provocan ansiedad, temor e incluso tristeza.

Las consecuencias de la reincorporación al trabajo no son serias y su repercusión depende de varios factores, sobre todo de la personalidad, la duración de las vacaciones y del ambiente de trabajo.

El final de las vacaciones no es el final de “la buena vida”. Cómo puedo seguir disfrutando de la vida –y del trabajo- a la vuelta de las vacaciones. Es esencial volver con buen humor, con actitud positiva; valorar todo lo bueno de nuestra vida el resto del año -lo que incluye al trabajo-, lo que hacemos, cómo lo hacemos, los logros que conseguimos…

Volver al trabajo después de las vacaciones es un proceso de adaptación que puede llevar algunos días; y siguiendo algunos tips esa adaptación será más sencilla:

Prepararse para la vuelta: Muchas veces las vacaciones también cansan, por eso un par de días antes del regreso al trabajo podemos retomar los horarios y los lugares habituales para que el cambio no sea tan drástico. Así, tendremos más tiempo para las tareas domésticas, no solo desarmar bolsos y valijas, ir a hacer las compras, lavar la ropa sino también reorganizar la dieta y la rutina en casa.

Agradecer y valorar lo que tenemos: En primer lugar, hay que agradecer que tenemos trabajo y que tuvimos la oportunidad de tomarnos unos días para descansar. Debemos agradecer lo positivo que el trabajo nos brinda. Y no se trata solo del sueldo y de los beneficios sino también de los vínculos que allí establecemos; valorar las pausas, el ambiente laboral, los buenos colegas. El trabajo es parte de la vida: somos vacaciones y somos trabajo, y nada es tan terrible ni tan perfecto, todo depende de cómo nos coloquemos nosotros en cada circunstancia.

Motivarse con el trabajo: Tomar conciencia de las cosas buenas del trabajo que tenemos, además de la posibilidad de obtener dinero para la vida, la familia, pensar en los desafíos que se presentan diariamente en lo que hacemos. Pensemos si podemos hacer mejor las diferentes tareas, si podemos plantear lago nuevo, diferente, para lograr mayor productividad o eficiencia. Indagar si podemos capacitarnos en algo para mejorar en lo que hacemos. Seamos protagonistas de nuestra vida laboral, emprendedores en lo que hacemos en nuestro sector. Esta actitud hará que miremos el trabajo de otra manera,

como una parte importante de nuestra vida, de nuestro desarrollo integral.
Take it easy (no te sobre-exijas): En el trabajo, no tratemos de resolver todo ya. Tenemos que entender que no podemos ponernos al día con todo inmediatamente. Los primeros días son ideales para organizarnos. Hacer una lista de prioridades nos servirá para centrarnos en lo esencial. Es importante que la lista incluya tareas pequeñas y manejables para poder ver los logros con facilidad. Otra idea es comenzar con algún proyecto laboral que nos motive, no todas las tareas nos gustan por igual, pues en los primeros días podemos comenzar precisamente por aquéllas que más nos gusten.

Respirar y relajarse: Cuando uno se sienta agobiado por todas las tareas pendientes, hay que tomarse pequeños descansos a lo largo del día y realizar ejercicios de respiración consciente. La regularidad y un ritmo pausado y profundo de la respiración tienen un efecto calmante y disminuye la velocidad del proceso del pensamiento, esto contribuye a disminuir la ansiedad y el estrés.

Planificar tiempo de ocio: Debemos disfrutar todos los días del año como si siempre estuviéramos de vacaciones. Tomarnos el tiempo para realizar alguna caminata, salir con amigos, comer rico, practicar algún deporte o hobby; planificar descansos y momentos que nos mantengan motivados. Volver a la rutina no implica “volver a sufrir”, no quiere decir que hay que dejar todas las actividades más placenteras o gratificantes, sino que simplemente requiere una mejor organización de tiempos para dedicar una parte a uno mismo.

Proponerse “escapadas” de corto y mediano plazos: Las vacaciones no son lo único que sucede en la vida pero… ¡qué bien que la pasamos! Entonces, habrá que pensar en hacer “escapadas” más cortas para cortar con la rutina. Se pueden planificar y concretar, paso a paso, diferentes mini-viajes durante el año. Al llegar de una de esas “escapadas”, se planea la siguiente, y así… hasta las próximas vacaciones.