INEFICIENCIA y CORRUPCIÓN. Por: José Antonio Torres Iriarte

0
898

El gobierno peruano desde hace varios meses, supuestamente viene negociando con diversos laboratorios y gobiernos; sin embargo a la fecha sólo puede exhibir como logro la llegada al país de un millón de VACUNAS.

El gobierno del señor SAGASTI optó por seguir las líneas de negociación diseñada por el gobierno de VIZCARRA, sin realizar ningún reparo. La MENTIRA y el CINISMO han caracterizado ambas gestiones. Ni siquiera la crisis política derivada del llamado «vacunagate», ha hecho cambiar de actitud al MINSA, a la Cancilleria, a la P.C.M.

Las declaraciones del señor SAGASTI (Cuarto Poder) han denotado un sesgo ideológico insostenible, frente a un gobierno que NO es capaz de proveer de OXÍGENO y CAMAS UCI a los hospitales públicos del país.

El gobierno NO pide la colaboración del sector privado; más aún pretende «aprovechar políticamente» las iniciativas de diversos grupos empresariales en favor de la población.

El señor VIZCARRA durante meses denostó de las Clinicas en especial, dando a entender que NO ayudaban a «salvar vidas» y sólo las animaba el afán de lucro.

HOY el señor SAGASTI, sin ninguna VISIÓN POLÍTICA invoca principios de EQUIDAD para descalificar la iniciativa privada. Lo cierto es que los gobiernos de VIZCARRA y SAGASTI, tienen en común la INEFICIENCIA y la CORRUPCIÓN. Por otro lado, el Ministerio Público NO investiga y NO denuncia, oponiéndose a todo tipo de Detenciones Preliminares contra los responsables de las vacunaciones «ilícitas e irregulares».

En un contexto de crisis sanitaria y con más de 100 mil muertos, el país necesita del concurso de TODOS. El gobierno ni siquiera es capaz de informar el precio unitario de las vacunas compradas a un solo proveedor y el Canciller WAGNER pide «no dañar» las relaciones comerciales con la República Popular China.

Las sucesivas declaratorias de «emergencia sanitaria», durante el último año, han agravado la corrupción, con la complacencia e inacción de la Contraloría General de la República.

Sin vacunas a la vista y sin protocolos de «atención primaria de la salud», la crisis se agravará y el derecho a la vida solo será meramente declarativo.

Por: José Antonio Torres Iriarte