“El poder político y el acoso sexual”… Por Octavio Huachani Sánchez

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A los poderosos (políticos, empresarios y jueces) se les puede subir el poder a la cabeza y llegar a creer que están al margen de la ley.

La línea que separa el poder político y el acoso sexual es imperceptible entre el común de la gente que algunos la aceptan como algo “normal”.

Para unos, como las mujeres aceptaron lo que esos hombres les propusieron no puede haber violación porque fue consensuado, pero para otros, esas mujeres se vieron obligadas a aceptar la indecorosa propuesta porque las amenazaron con despedirlas y truncar su carrera o les ofrecían un puesto laboral o aumento de sueldo.

En este punto es necesario señalar que los casos de abuso o acoso sexual, no solo suceden en el ámbito político.

¿Abuso o acoso sexual?

Sí, es cierto que dentro del marco legal de la mayoría de los países tiene que existir cierto grado de violencia para clasificar este tipo de hechos como “abuso”, pero cuando se utiliza un cargo jerárquico para obtener ciertos favores sexuales entra en juego la palabra “acoso”.

Quizá es aquí cuando vienen las confusiones y de allí la importancia de conocer la terminología.

Los dos son delitos, pero son delitos diferentes y, por ende, tratados y castigados de forma distinta.

Por ejemplo, en Estados Unidos, el abuso o agresión sexual (como lo es una violación) es considerado un comportamiento criminal, mientras que el acoso se ve únicamente como un atentado contra los derechos civiles de las personas.

Adicionalmente, el problema del acoso sexual es que es uno de los más difíciles de probar. Usualmente como estos hechos se dan en privado, de forma no escrita, la victima tiene temor de denunciar: “Será la palabra de mi jefe contra la mía y es adivinar a quién le van a creer” o “van a pensar que fui yo la que me insinué para lograr un mejor cargo” para, finalmente, desistir de la demanda y auto inculparse por no “haberle hecho un pare”.

Lo sucedido en el Salón Oval de la casa Blanca entre el entonces presidente de los Estados Unidos Bill Clinton y la entonces practicante Mónica Lewinsky, es un ejemplo que estos hechos suceden “en las mejores familias”.

Por su parte Donald Trump acumula hasta 19 denuncias de mujeres que lo han acusado de abuso sexual pero él solo sonríe y dice que todas ellas mienten

Los casos de acoso sexual en mujeres continuará seguirá siendo mayor en tanto los hombres continúen ocupando la mayor cantidad de cargos altos: desde un político importante, un director de colegio o gerente de  una empres.

Indudablemente no se trata de otorgarle el cargo a alguien sólo por el hecho de ser mujer, pero sí reconocer cuando tiene las mismas capacidades que un hombre y no discriminarla porque “ella es madre y no va a poder viajar tanto”, “cuando quiera tener hijos va a faltar mucho”, pensamientos que son obsoletos.

A veces estos “poderosos” se creen invencibles y hasta protegidos, entonces es hora de evaluar qué se puede hacer para atacar el problema antes de que ocurra.

Caso Lescano: Todo empezó como jugando…

Las especulaciones apuntan a que ella lo tomó en broma, pesada, pero broma al fin. Y que así lo mantuvo durante varios hasta que se lo enseño a un colega quien, ni corto ni perezoso-, hizo una “captura” de la conversación por Chat entre el congresista y la periodista y decidió publicarla

Como se sabe los hechos ocurrieron en el mes de diciembre del año pasado y recién el 22 de febrero, el periodista Erick Sánchez publicó en sus redes sociales la denuncia. Días después, el 1 de marzo, la periodista se animó a formalizar la denuncia ante la procuraduría del Congreso y entregó los mensajes de WhatsApp que habría intercambiado con el legislador Yonhy Lescano, donde el parlamentario utiliza palabras con connotación sexual hacia ella.

Al principio Lescano reconoció que en algunos de los mensajes divulgados hay mensajes que configuran una forma de acoso sexual, pero rechazó haber sido el autor de estas expresiones dando a entender que sería uno de los miembros de su seguridad. Esto es falso.

A respecto es necesario señalar que es práctica común entre los congresistas que una persona de total confianza se haga cargo de su agenda de actividades y su teléfono móvil. Es el que siempre está al lado del congresista y contesta todas las llamadas hablando en voz alta el nombre de quien llama para que el congresista apruebe o niegue su presencia con la mano. Lo acompaña dentro del hemiciclo, en las reuniones en su despacho del Congreso, etc. Estamos hablando de  un amigo, correligionario, etc., no de algún miembro de seguridad que lo acompañan hasta la puerta de su domicilio y no tienen acceso al hemiciclo o a su despacho personal.

Terco Lescano siguió negando lo innegable pero admitió que sí escribió algunas de las otras respuestas en el chat, pero consideró que no podrían ser calificadas como acoso. «Hay bromas mutuas en ese sentido, expresó.

Más tarde diría “Se tratan de conversaciones de adultos. Me quedo con esa respuesta porque no voy a explicar conversaciones privadas que tengo. Lo veo absolutamente intrascendente. Fue una conversación entre adultos, consentidas, y se acabó. Esa es mi respuesta», acotó el acciopopulista.

Hay que recordar que la pena por el delito de acoso simple es de cuatro años de prisión mientras que el acoso sexual tiene una penalidad de cinco años. En este caso la denunciante no necesita acreditar rechazo y reiterancia, pues son irrelevantes para el código penal. Eso lo sabe bien el parlamentario Lescano por que el votó por esta ley y porque además, paradojas de la vida, pertenece a la Comisión de Ética del Congreso.

Como era previsible, Patricia Contador, esposa del congresista Yonhy Lescano ya salió a defenderlo. “Esto no es una acoso sexual y eso se va a aclarar. Acá hay una jugada política y yo soy la primera interesada en que se investigue para que termine este escándalo político” declaró.

A propósito de escándalos políticos ¿Como van las denuncias sobre el asesor del congresista aprista Jorge del Castillo quien asesoraba simultáneamente al ex fiscal de la Nación Pedro Chavarry? ¿Y sobre Germán Luna Segura, dirigente aprista y trabajador fantasma del Fondo Editorial del Congreso pero que despachaba en las oficinas del entonces tercer vicepresidente del Congreso Mauricio Mulder?