Calles antiguas de Lima (XII)

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Las calles del Centro Histórico de Lima tenían diversos nombres, a cuál más llamativo o indescifrable, que obedecían a un hecho que sucedió en cada una de ellas, una actividad característica o por tener como vecino a un reconocido personaje.

Calle Filipinas
(Cuadra 5 del jirón Carabaya) El año 1785 se formó en España la Real Compañía de las Filipinas, empresa marítima destinada a comerciar con Europa, Asia y América. Ese año la compañía despachó tres barcos a Manila: el uno por la Mar del Sur con escala en el Callao; y los otros dos por el Cabo de la Buena Esperanza. El propósito de la empresa era fomentar las producciones de la industria de las Islas Filipinas, incrementando los cultivos del añil, canela, azúcar, pimienta y algodón, y quedó facultada para durante veinticinco años gozar del privilegio exclusivo de todas las expediciones que hiciera de las Filipinas y otras partes del Asia y también para el retorno de sus frutos y efectos a los puertos habilitados de España.

De la Península se despechaban a América los productos del Asia. Para ello contaba con casas de comercio en México, Veracruz, Lima, Buenos Aires y otros puertos. Además de los artículos citados, hacían llegar a América efectos manufacturados en Asia, como medias de seda, quitasoles, piezas de loza, abanicos de filigrama, papeles pintados, flores de papel y telas de diversas clases (muselinas, cambayas -coloridas mantas de algodón-, pañuelos y sedas torcidas). La filial de Lima de la Compañía de las Filipinas se estableció en la calle que ahora nos ocupa, por lo que adquirió ese nominativo. Con ese comercio ultramarino, el mercado comercial de Lima adquirió vivo impulso y eran de uso común productos, mercaderías y manufacturas de las lejanas regiones del oriente.

Calle San Pedro
(Cuadra 3 del jirón Ucayali)
En un primer momento a esta calle se la conoció como ‘de Ejercicios’, porque en ella estuvo la Casa de Ejercicios de San Pedro, fundada en 1752 por la filántropa limeña María Fernández de Córdova y Sande, casa que entregó a la dirección de los jesuitas. Su nominativo más duradero fue el de ‘calle de la Compañía’ porque frente a ella estaba la Iglesia de la Compañía de Jesús. Finalmente, se llamó ‘de San Pedro’ por el templo de San Pedro (antes San Pablo de los jesuitas).

Calle Santa Apolonia
(Cuadra 3 del jirón Lampa)
Durante el gobierno del marqués de Guadalcázar, el capitán Hernando de Santa Cruz y Padilla adquirió una capilla en la Catedral para enterramiento de él y de su familia, la que fue puesta bajo la advocación de Santa Apolonia y estaba al respaldo de la iglesia, o sea, frente a esta calle. Según Jerónimo de Aliaga y Darteano, genealogista descendiente directo del capitán Jerónimo de Aliaga, fundador de Lima, la capilla de Santa Apolonia fue regiamente edificada y alhajada, y encerraba valiosas pinturas y los retratos de sus fundadores. En 1632 se le concedió las mismas gracias y privilegios que los de la Iglesia de San Juan de Letrán de Roma. Entre sus reliquias estaban la cabeza de una de las Once Mil Vírgenes y una canilla de Santa Apolonia que había pertenecido al rey de España Felipe III.

Calle del Huevo
(Cuadra 5 de la avenida Tacna)
En realidad, no hay un dato suficientemente serio que explique el curioso nombre de esta calle. Solo tenemos la versión que, en tiempos del virrey Conde de Superunda, a pocos meses de los terribles terremoto y maremoto de 1746, se encontró en esta calle un corral de gallinas donde salió, de un cascarón, un basilisco o pollo fenomenal. Tal fue la noticia, que muchos limeños –alarmados- fueron a visitar el corral y a partir de entonces se denominó a esta como la Calle del Huevo.
(Nota: Existe una antigua creencia según la cual, ocasionalmente, las gallinas ponen un huevo pequeño. Estos deben ser destruidos y quemados para evitar que nazca un basilisco o pollo con forma de serpiente. Este animal traería desgracias. Al nacer, busca un rincón de la casa y mata con la mirada a las personas que lo ven. Para conjurar el mal es necesario tener espejos en todas las habitaciones, pues cuando el ‘monstruo’ ve su propia imagen muere de inmediato.)

Calle Panteoncito
(Cuadra 3 del jirón Arica, hoy Rufino y Torrico)
El nombre de Panteoncito acaso se originó remotamente por la existencia anterior a ella de un lugar de enterramiento de muertos o por la presencia de alguna pequeña huaca de indios. Los limeños de antes, tan creyentes de almas en pena, solían contar experiencias o apariciones extrañas que ocurrían durante las noches en algunas casas de esta calle.
Atanasio Fuentes dice que también se llamó ‘de Castillo’; y Gálvez refiere que esta denominación se debió a un vecino herrador de caballos apellidado Castillo.
Por parecido origen se dio nombre a la calle Huaquilla (cuadra 10 del jirón Ayacucho, después Antonio Miró Quesada y hoy Santa Rosa de Lima). En el lugar donde se formó esta calle existió una pequeña huaca o cementerio indígena a la que se denominaba Huaquilla de Santa Ana por estar en las inmediaciones de la iglesia y hospital de esa advocación. La huaca fue demolida hacia la segunda mitad del siglo XVII.